
Un informe de Grupo Aberdeen, “The executive’s guide to effective analytics”, reveló que las organizaciones impulsadas por datos experimentan un aumento anual del 27% en los ingresos, frente al 7% de otras organizaciones.
Por otra parte, el 83% percibió mejoras en sus ciclos de tiempo, mientras que sólo el 39% de las organizaciones que no fueron clasificadas como data-driven lo lograron. Además el 12% de las empresas con una cultura impulsada por los datos redujeron sus gastos de operación del año anterior, en comparación con el 1% de otras organizaciones.
Usar los datos de manera efectiva no es una simple cuestión de escoger qué base de datos se utilizará o cuántos científicos de datos hace falta incorporar en la planilla. En realidad se trata de una compleja interacción entre los datos disponibles, los medios y modos de almacenamiento y la forma de trabajar con ellos. Y, mientras que la mayoría de las organizaciones se centran en la tecnología, las empresas líderes en sus sectores reconocen que las personas se sitúan en el centro de esta complejidad.
Por eso, aunque información y tecnología son muy relevantes, no hay que perder de vista la variable humana, que es la que permite responder a preguntas como las que tienen que ver con quién controla los datos que se reportan o cómo se deciden las prioridades, que son las cuestiones verdaderamente críticas.
Y es que, la explotación de los datos y el análisis de rendimiento requiere de tres capacidades:
Además de ello, se requiere el trabajo en conjunto con el experto del negocio para confirmar el valor real de las hipótesis que se generan en el análisis.
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